“La conciencia es el principio organizador que le falta a la ciencia actual” (Paul Davies)
“La conciencia es la última frontera de la ciencia” (Steven Rose)
“El universo entero es la expresión de la conciencia” (Maharishi Mahesh Yogi)
La Conciencia como Fundamento de la Ciencia
La ciencia moderna ha conseguido “dominar” el mundo físico, el mundo de la materia. Pero el mundo de la mente y la conciencia es todavía un misterio profundo. Nick Herbert lo denomina “un agujero negro intelectual”. No hay una teoría consensuada sobre la mente y la conciencia. Destacan principalmente dos teorías: 1) La mente como epifenómeno del cerebro; 2) La mente como el “software” del hardware del cerebro (la metáfora del ordenador).
El nuevo paradigma de la ciencia, inspirado en la física cuántica, se basa en la conciencia. Es la ciencia basada en la primacía de la conciencia, la denominada “ciencia dentro de la conciencia” (science within consciousness), un término utilizado por primera vez por el filósofo Willis Harman, considerado uno de los grandes visionarios de nuestro tiempo, y cuyo propósito es la integración de lo intelectual y lo espiritual. Harman fue presidente del Instituto de Ciencias Noéticas [ver Adenda].
El concepto de “ciencia dentro de la conciencia” fue posteriormente desarrollado ampliamente por Amit Goswami en sus libros [ver Bibliografía]. De hecho, a Goswami se le considera el fundador de este paradigma de la ciencia. Según Goswami:
Nada existe fuera de la conciencia.
Hay un nivel profundo de la realidad que es holístico y no local.
La mente puede afectar a la materia porque comparten la misma esencia: la conciencia.
La conciencia del sujeto se manifiesta con la elección. La elección es concomitante con la experiencia consciente. “Elijo, luego existo”.
El universo existe como infinitas posibilidades en el nivel trascendental, y se manifiesta solo cuando es observado por seres conscientes.
No se trata de incorporar la conciencia a la ciencia, sino adoptarla como el fundamento de todo, el principio organizador supremo de la realidad para proporcionar un fundamento sólido y claro a la ciencia.
La ciencia se ocupa de los superficial, de lo externo, de las leyes de la naturaleza objetiva. Se suponía que la ciencia no tenía como objeto de estudio el mundo subjetivo, profundo o interior. Pero la física cuántica ha obligado a cambiar esta actitud y considerar la conciencia, no como objeto de la investigación científica, sino como fundamento de todo, del mundo interior y del mundo exterior.
Este paradigma realmente no es nuevo. Se remonta en Occidente a las obras de Descartes, Kant, Leibniz, Berkeley, Schopenhauer y Bergson. Y coincide con las antiguas tradiciones orientales (hinduismo, budismo, taoismo), que postulan que la base de la existencia es la conciencia, lo trascendental, no lo material: la conciencia concibe, manifiesta y gobierna el mundo físico; el universo está creado por la conciencia, hecho de conciencia y diseñado para la conciencia. Estas tradiciones orientales enseñan que el mundo que percibimos es maya, ilusión, y que la verdadera realidad subyace tras el mundo material.
Los principios de “la ciencia dentro de la conciencia” son los siguientes:
La conciencia, y no la materia, es el fundamento de todo lo existente.
Es, por lo tanto, una doctrina monista, unificadora y trascendente.
La conciencia es la única y verdadera realidad. La materia, la mente, la vida y la evolución son manifestaciones de la conciencia.
La conciencia está en un nivel superior al material, trasciende al mundo físico. Lo que percibimos o consideramos como realidad son solo “sombras” de la verdadera realidad (como en la famosa alegoría de la caverna de Platón).
Los científicos siguen buscando la conciencia en el cerebro, pero nunca la encontrarán porque está en un nivel superior, aunque utiliza el cerebro para manifestarse en el plano físico. Según el ex-astronauta Edgar Mitchell, el cerebro no solo no crea la conciencia, sino que incluso la limita, la condiciona.
La conciencia está también en un nivel superior al mental. Es por esta razón por lo que no podemos conceptualizarla ni definirla. Y resuelve la paradoja: si la conciencia es tan fundamental, ¿cómo es que no sabemos lo que es? La respuesta es sencilla: Definir la conciencia implicaría utilizar la mente, los conceptos, y por lo tanto “bajarla” de categoría. Tampoco podemos “medirla”, cuantificarla, porque trasciende la mente y la materia. Podemos, eso sí, hablar de la proyección de la conciencia a nivel mental, que podemos denominar “conciencia mental”, que se basa en características o propiedades conceptualizables.
La conciencia no tiene atributos de ningún tipo, ni espaciales ni temporales ni materiales. Esta dificultad de definir la conciencia está bien expresado en la frase ”El Tao que puede expresarse no es el verdadero Tao”. El Tao no tiene limitaciones y no tiene atributos, porque si tuviera atributos estaría limitado.
Resuelve el clásico dilema mente-cuerpo al admitir que existe algo que trasciende a la mente y al cuerpo: la conciencia. Todo es conciencia manifestada.
Descartes postuló la dualidad mente-cuerpo: res cogitans y res extensa, respectivamente. Los objetos físicos tienen extensión y localización en el espacio. Los “objetos” mentales no tienen esos atributos físicos. En el concepto de cuerpo, nada hay que corresponda a la mente, y nada hay en el concepto de mente que corresponda al cuerpo.
La conciencia es no local. Todo está conectado a través de la conciencia. Existe una comunicación no local entre todas las cosas, una comunicación que trasciende el espacio y el tiempo. Seamos conscientes o no, estamos conectados al nivel de la conciencia. La conciencia está siempre presente y soporta a todos los diferentes niveles manifestados.
La conciencia es unidad. No ve diferencias, lo ve todo como la misma cosa. No hay diferencia entre sujeto y objeto. La conciencia es anterior a la experiencia. La conciencia es autorreferente (hace referencia a sí misma) y autosuficiente (no depende más que de sí misma) y es irreducible a algo aún más básico. “La conciencia es una, no existe nada en segunda posición” (Upanishads). No existen diferentes tipos de conciencia. Todos participamos de la misma conciencia. La conciencia es única e indivisible. En la conciencia no hay separabilidad.
La conciencia interconecta todo. Todo está interconectado a través de la conciencia. Todo el universo está interconectado a través de la conciencia.
La conciencia conecta el mundo interior (mental) y el exterior (físico). La conciencia une los polos opuestos o duales.
Hay una estructura triple: observador, observado y proceso de observación. El proceso de observación, que une los opuestos (el observador y lo observado), lo realiza la conciencia.
La mente es posibilidad de significado. La conciencia colapsa las dos ondas de posibilidad para crear una experiencia de significado y al mismo tiempo crear una memoria del significado, una representación. Los significados son patrones. Un conocimiento es la asignación de una percepción a un patrón previamente existente.
Lo que experimentamos es una sincronicidad, un punto de encuentro entre mente y naturaleza producido por la conciencia. Una de las infinitas posibilidades mentales se colapsa simultáneamente con el colapso de una de las posibilidades de la naturaleza.
El punto de encuentro mente-naturaleza es diferente para cada especie viviente. Los murciélagos, las moscas, los pájaros, los perros, los gatos, etc. se sincronizan de diferente manera debido a su diferente estructura mental. La mente es como un filtro, como unas gafas con las que contemplamos la realidad.
La conciencia es posibilidad y libertad. Cada acción, cada pensamiento, cada sentimiento, cada actitud, cada intención son colapsos de posibilidades. Cuando la conciencia elige, se colapsa una posibilidad y surge lo particular, lo manifestado. La conciencia colapsa la posibilidad, convierte lo potencial en lo actual, sin por ello dejar de ser, al mismo tiempo, posibilidad. A medida que actuamos en la vida, estamos colapsando (manifestando) posibilidades.
La actividad mental es un proceso creativo. Cada acto creativo crea consciencia: trae a la existencia algo fundamentalmente nuevo, una nueva cualidad emergente.
La conciencia es poder. Todo poder proviene de la conciencia.
En la conciencia no hay tiempo. La conciencia existe en el no-tiempo, en el “ahora”, en cada instante, en el punto de encuentro entre el pasado y el futuro.
La conciencia es la suprema simplicidad. Por lo tanto, a mayor simplicidad de una teoría general, más nos acercamos a la conciencia.
La conciencia es la suprema creatividad porque relaciona todas las cosas. Toda creatividad proviene de la conciencia. La creatividad es el descubrimiento de algo nuevo en un nuevo contexto o el descubrimiento de un nuevo significado en un viejo contexto. La creatividad es un salto discontinuo y que se refleja cuando el hemisferio derecho toma el control y percibe algo como nuevo. Esto sucede de golpe. es como un salto cuántico o discreto. Los koans del budismo zen se utilizan precisamente para provocar saltos cuánticos creativos.
La conciencia no es el alma. El alma es una chispa, una parte del Espíritu de Dios. La conciencia es una facultad del alma. Mente y cerebro son instrumentos del alma, para manifestarse en los planos mental y físico, respectivamente. Por lo tanto, el paradigma de la conciencia acerca la ciencia a la espiritualidad.
No “tenemos” conciencia; somos conciencia. Se puede decir que la conciencia nos tiene a nosotros. De la misma forma que decimos que no tenemos un alma, sino que somos un alma, que se manifiesta en un cuerpo (y en el futuro se podría manifestar en otro cuerpo).
Tenemos varios cuerpos: físico, astral, causal, mental y etérico (o supramental), cada uno correspondiente a un nivel de la realidad. Todos son reales y existen simultáneamente. Y tenemos estos cuerpos para que el alma se pueda manifestar en esos planos. Estos cuerpos tienen grados de libertad creciente, según se sube en la escala.
Los cuerpos superiores al físico son no locales, están conectados a través de la conciencia y son indivisibles. En cambio, la materia es local y divisible.
El cuerpo etérico es un cuerpo más sutil que el mental, responsable de la intuición, la creatividad y donde residen los arquetipos primarios, que conectan lo inmanifiesto (alma) con el mundo manifiesto. Es el nivel más próximo al alma.
La conciencia hace colapsar simultáneamente las posibilidades en los diferentes cuerpos para crear la experiencia de cada momento.
Cuando varias personas se comunican a nivel oral (físico), hay a la vez un nivel profundo de comunicación basado en interacciones no locales a nivel de los otros cuerpos.
Cuando morimos, solo nos desprendemos del cuerpo físico. Los fallecidos sobreviven con el resto de sus cuerpos. Al disponer de mayor libertad, al vivir en un mundo no local, pueden adoptar, a voluntad, muchas formas. La conciencia, no es que sobreviva a la muerte; la conciencia, como facultad del alma, siempre existe porque es atemporal.
El universo es intencional. Ha sido creado con el propósito de crear y albergar la vida y que se manifieste la conciencia.
El Nuevo Paradigma Holístico
Estamos asistiendo a un cambio de paradigma en todos los órdenes, principalmente en ciencia. Se está sustituyendo el viejo paradigma (VP) de la ciencia clásica por un nuevo paradigma (NP) de la nueva ciencia basada en la física cuántica. El VP está asociado al modo de conciencia del hemisferio izquierdo del cerebro: a lo reduccionista, racional, analítico, secuencial y discreto. El NP está asociado al modo de conciencia del hemisferio derecho del cerebro: a lo holístico, intuitivo, sintético, paralelo y continuo.
Como la conciencia es algo abstracto, y la ciencia necesita algo más concreto, se acude a los dos modos de conciencia para relacionar lo universal con lo particular:
El modo holístico se corresponde con el nivel profundo.
El modo reduccionista se corresponde con el nivel superficial, como manifestación del nivel profundo.
La conciencia es la conexión entre lo profundo y lo superficial, de tal manera que lo superficial es una manifestación de lo profundo y evoca lo profundo. Lo profundo no es expresable, solo son expresables manifestaciones particulares (superficiales) de lo profundo.
La realidad según la ciencia clásica
La ciencia convencional, clásica o newtoniana se basa en los siguientes principios:
Monismo materialista o fisicalista.
La materia es la base de la realidad. Todo es materia. Lo único real es el universo material. Todos los fenómenos son reducibles, en último término, a fenómenos físicos. La realidad es concreta, material.
Determinismo.
El mundo es una máquina que funciona de manera determinista, como un reloj. Es un sistema cerrado, rígido y sin grados de libertad. En todo sistema, dadas unas condiciones iniciales (posiciones, velocidades, etc.), el resultado está predeterminado en su totalidad. Los efectos son inevitables. El símbolo de este paradigma es el círculo y el número .
Reduccionismo.
El método de conocimiento a aplicar es el racional y analítico, de descomposición del todo en sus partes constituyentes. Solo si se conocen las partes se podrá conocer el todo. El todo está determinado por las partes, el todo es igual a la suma de sus partes.
Busca los bloques constructivos de la materia: moléculas, átomos, protones, neutrones, electrones, quarks, etc. Es un viaje descendente e inacabable porque la materia en realidad no existe. La materia es algo superficial, algo aparente o maya, como se califica en Oriente.
Localidad espacial.
Las relaciones de causa-efecto son locales. La comunicación local se realiza de forma material o mediante señales portadoras de energía, cuyo límite está regido por la velocidad de la luz. La causalidad es lineal: la causa siempre precede al efecto. No existen acción y efecto simultáneos a distancia.
Localidad temporal.
Todo movimiento o cambio se produce de manera continua, y siempre avanzando a lo largo de la flecha del tiempo.
Separabilidad.
Aunque puede haber interacciones locales, todos los objetos materiales están separados y diferenciados unos de otros. Los fenómenos están desconectados y son independientes entre sí. El conocimiento está fragmentado. La ciencia que se enseña en las universidades es una ciencia fragmentada en islas de conocimiento sin relaciones entre ellas. Hay diferentes ciencias, cada una con su dominio específico.
Objetividad.
El mundo material es objetivo, independiente del observador. Lo real es lo observable, medible, cuantitativo, experimentalmente repetible y verificable por todo observador. El observador no influye sobre lo observado. Todos los atributos de un objeto se pueden medir con la precisión que impone o restringe la tecnología. Medir es poner de manifiesto una propiedad que estaba en el sistema antes de realizar la medición. Lo importante es la experiencia de la realidad exterior. Las experiencias subjetivas son secundarias. La ciencia es superficial y profana.
Competencia.
Todo se contempla todo como un juego de tensiones producidas por la competencia.
No significado.
No existe ningún propósito a priori en el universo ni en su evolución. En el mundo solo hay formas o signos, sin significado. Se pueden descubrir leyes formales, científicas, que relacionan de forma causal (superficial) unos elementos con otros, pero no hay significado asociado (o profundo).
Causalidad ascendente.
Existe una jerarquía causal de tipo ascendente, en donde lo micro forma a lo macro: lo físico determina lo biológico, y lo biológico determina lo mental, lo emocional, la conciencia e incluso la espiritualidad. La mente, la conciencia y la vida son epifenómenos (fenómenos emergentes) de la materia cuando ésta alcanza un cierto grado de complejidad. Todo se basa en lo particular, buscando leyes generales que permitan comprender y formalizar los fenómenos particulares.
Un ejemplo de causalidad ascendente es el experimento de biogénesis de Urey-Miller realizado en 1952: un intento de crear moléculas orgánicas en el laboratorio a partir de sustancias inorgánicas simples, simulando las condiciones químicas y ambientales primigenias de la Tierra. Otro ejemplo es el intento de crear vida sintética por parte de Craig Venter.
Complejidad.
Todo es complejo y difícil de conocer.
Linealidad y perfección.
Se utilizan escalas lineales para medir todo en la naturaleza, incluido el fenómeno del tiempo. Se intenta modelar la naturaleza con formas perfectas.
Principio del tercero excluido.
Todo enunciado es verdadero o falso. Una entidad física tiene una propiedad o no la tiene. Hay dicotomías: todo tiene dos polos.
No vida después de la muerte.
Los materialistas solo creen en la materia. Por lo tanto, no creen en una vida después de la muerte física. Nada sobrevive. Con la muerte física se acaba todo.
La nueva concepción de la ciencia
La física cuántica ha cambiado nuestra forma de entender el universo. La nueva ciencia surgida de la física cuántica se basa en principios totalmente opuestos a los de la ciencia clásica:
Monismo: la conciencia.
La conciencia es el fundamento de la realidad. Todo es conciencia. La única realidad es la conciencia. Todos fenómenos son manifestaciones de la conciencia.
En el nivel más profundo de la materia, la materia se diluye, desaparece y todo es energía (vibración continua). Energía y materia son dos polos de la misma realidad.
Indeterminismo.
El mundo funciona de manera no determinista. Es abierto, flexible y con grados de libertad. El símbolo del nuevo paradigma es la espiral y el número Φ (la proporción áurea), que aparece en los procesos de crecimiento. Todo en la naturaleza evoluciona en espiral.
Holismo.
El método de conocimiento a aplicar es el sintético en lugar del analítico. El todo es mayor que la suma de sus partes. Cuando dividimos el todo, perdemos algo que estaba en el todo y que ya no está presente en sus partes.
No localidad espacial.
Las comunicaciones espaciales son instantáneas. No están limitadas por la velocidad de la luz.
No localidad temporal.
Todo movimiento o cambio se produce de manera instantánea. Causa y efecto se confunden.
No separabilidad.
No hay separabilidad. Todo está conectado, nada está aislado. Solo hay una ciencia, la ciencia universal, de la que se derivan las ciencias particulares.
Subjetividad.
El mundo exterior es dependiente del observador. El observador influye sobre lo observado. La nueva ciencia es profunda y sagrada. Busca los arquetipos profundos que se manifiestan en el mundo superficial. El observador y lo observado son dos aspectos de un mismo fenómeno.
Cooperación.
Todo se ve como un juego de cooperación y armonía, de interrelación entre todas las cosas.
Significado.
Existe un propósito en el universo y en su evolución. El significado último de todo, la raíz de todas las cosas, se encuentra en lo profundo, en lo unificado.
Causalidad descendente.
Existe una jerarquía causal de tipo descendente, que va desde lo universal (la conciencia) a lo particular. La conciencia produce la materia, la mente y la vida. Se busca comprender y formalizar todos los fenómenos mediante conceptos y leyes universales.
Simplicidad.
La esencia de todas las cosas es simple.
No linealidad y fractalidad.
Se utiliza una escala no lineal, de tipo exponencial o logarítmica. Se utilizan fractales. En la naturaleza no encontramos líneas rectas, ni tampoco círculos perfectos, sino formas ovaladas (elípticas), como las trayectorias de los planetas alrededor del sol. Pero sobre todo hay formas fractales, patrones recursivos que hacen referencia a sí mismos. La proporción áurea es fractal: hace referencia a sí misma.
Principio del tercero incluido.
Los objetos pueden tener a la vez dos propiedades opuestas o complementarias. Es una armonización de los opuestos. Las dicotomías se sustituyen por conceptos sintéticos de nivel superior (o más profundo). Por ejemplo, el espín, que puede adoptar dos valores (arriba y abajo). Una entidad cuántica puede estar en dos estados opuestos a la vez, superpuestos. Es una nueva lógica, la lógica cuántica, la lógica del tercero incluido.
Hay vida después de la muerte.
Hay vida después de la muerte porque la conciencia es indestructible, al estar más allá del espacio, el tiempo y la materia.
La Conciencia, la Nueva Revolución en Física
Una nueva revolución se está gestando en física, más allá de las revoluciones de la física cuántica y relativista del siglo XX. Es una nueva física profunda y trascendental basada en la idea de que el mundo físico es una manifestación de un reino metafísico.
La física estudia los “fenómenos” físicos, lo observable, lo externo, lo perceptible, lo superficial. Pero tras todo fenómeno se esconde el “noúmeno”, la causa profunda. Por lo tanto, para entender la física, hay que ir al origen de donde surgen todos los fenómenos. Esta es una estrategia universal para lograr la unidad del conocimiento. Hay que comprender lo profundo (o universal) para comprender lo superficial (o particular).
El cientifismo es la trampa de la objetividad, de lo superficial. Pero la verdad en realidad se oculta en lo profundo, donde todo está conectado. La ciencia ha procedido en dirección contraria, explorando el mundo exterior e ignorando el mundo interior.
En lo profundo todo está unificado y es el origen común de todo lo que existe. Pero no podemos acceder a lo profundo desde lo superficial. Solo podemos acceder a los arquetipos primarios, los arquetipos de la conciencia, que conectan lo superficial y lo profundo.
Los descubrimientos de la física moderna han puesto de manifiesto que, a nivel cuántico, la frontera entre lo físico y lo mental se diluye:
A nivel microfísico parecen desaparecer las limitaciones del mundo físico. Fenómenos como el entrelazamiento cuántico, la multi-ubicación de una entidad cuántica y la superposición de estados desafían nuestro sentido común basado en la realidad física externa conocida.
A nivel macrofísico también hay fenómenos que parecen sugerir que existen entidades sutiles que no podemos detectar directamente, pero que las postulamos por sus efectos: los gravitatorios que mantienen la forma de las galaxias (la materia oscura) y la expansión del universo (la energía oscura). Estas entidades sutiles sugieren la existencia de un nivel de realidad más profundo.
Todo esto está provocando que el paradigma científico esté cambiando hacia una fundamentación más allá de lo físico: hacia la conciencia, que une el mundo físico y el psíquico.
La búsqueda de una fundamentación común de lo físico y lo psíquico ya fue planteado por Jung y Pauli, que creían en la existencia de un “lenguaje neutral” que explicara los fenómenos internos y externos, pues creían que ambos fenómenos eran manifestaciones de los mismos arquetipos profundos.
En la física clásica newtoniana (superficial) los objetos están determinados. En física cuántica, los objetos (las entidades cuánticas) son posibilidades entre las que escoge la conciencia. Cuando una persona observa, su conciencia escoge una entre las diferentes posibilidades cuánticas, la conciencia conecta los opuestos: lo interno (mental) con lo externo (físico). La posibilidad externa (física) y la posibilidad interna (mental) las une la conciencia.
Por otra parte, la realidad se presenta, a nivel profundo, como abstracta, como abstracciones de tipo matemático. La actual teoría de supercuerdas de la física cuántica es una teoría puramente abstracta, que sugiere que la ontología es abstracción y que la epistemología es también abstracción. La teoría de cuerdas es una teoría abstracta, de geometría abstracta. A nivel profundo, ontología y epistemología son la misma cosa. “La realidad objetiva se ha evaporado y lo que observamos no es la naturaleza en sí sino la naturaleza expuesta a nuestro método de interrogación” (Heisenberg).
Adenda
Noética
La palabra “Noética” viene del término griego “nous” y se refiere al conocimiento de tipo intuitivo, profundo e incluso místico. La Noética hace referencia a estados de conciencia superiores, trascendentes, de experiencias cumbre o numinosas, que se producen de forma repentina. Edgar Mitchell cofundó en 1973 junto con el inversor Paul N. Temple el Instituto de Ciencias Noéticas (Institute of Noetic Sciences, IONS), un centro dedicado a investigar científicamente la conciencia humana y las experiencias transcendentes de la realidad: curaciones alternativas, fenómenos paranormales, percepción extrasensorial, telepatía, sincronicidad junguiana, supervivencia de la conciencia tras la muerte, etc. Mitchell, en su viaje de regreso de la Luna (misión Apolo 14) tuvo una experiencia mística, de conexión con todo el universo.
Un concepto clave de la Noética es la “intención”. Pero lo que la Noética denomina “intención”, como pensamiento dirigido a un objetivo, es realmente visualización o imaginación de algo que deseamos que ocurra. Como la imaginación es una facultad del alma, tiene un gran poder de realizarse, de manifestarse en los planos inferiores.
El parapsicólogo Dean Radin ha demostrado el poder de la intención con varios experimentos relacionados con la generación electrónica de números aleatorios.
La semiofísica, de René Thom
René Thom, con su semiofísica o “física del significado”, trataba de clasificar la variedad de los fenómenos físicos en un número reducido de arquetipos o categorías. Buscaba las formas dinámicas significativas en todos los fenómenos. Buscaba una ciencia filosófica, una ciencia más profunda e inteligible, frente a la ciencia superficial y pragmática, dirigida solo a la predicción y control de la naturaleza.
Entender es representar mentalmente los mecanismo mentales arquetípicos. Entender consiste en ir detrás de perceptible para aprehender lo imperceptible.
Las matemáticas desempeñan un papel crucial en el proceso de entender. Por su abstracción, claridad y universalidad, las matemáticas constituyen el elemento clave de la interdisciplinariedad.
No hay explicación sin teoría, ni teoría sin matemáticas.
Hay que eliminar la distinción entre matemática pura y aplicada. Toda la matemática es manifestación de los mismos arquetipos.
Ecología profunda
Es un movimiento basado en la idea de que la realidad está más allá del marco científico:
Está concernida con la metafísica de la naturaleza. Es el modelo de la estructura metafísica básica del mundo.
Todas las cosas (sean partículas elementales, organismos o galaxias) están interconectadas y están constituidas por sus relaciones con otras cosas.
La intuición es la vía para la percepción de la unidad de toda la creación.
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